GEOMETRIA SAGRADA
“Principio y Lenguaje de
la Creación”
Plancha del
Muy Il:. Pod:. y Q:.
Hno Nostradamus
Log:. Madre y Metrop:. Caballeros de H:.R:.D:.M:. N°1
Valle de Buenos Aires, Argentina
La Geometría es
sagrada porque es el lenguaje del Creador. Todo lo que los seres humanos
necesitamos saber sobre lo Creado está expresado en Geometría y podemos
descifrarlo, no importa en qué etapa de evolución se encuentre la humanidad.
Nuestro
mundo, entre el nacimiento y la muerte, es un laberinto aparentemente
indescifrable, pero sus secretos están develados para quien lea los símbolos
que la naturaleza encierra. En verdad, esa es la causa profunda del laberinto:
todos los hombres y mujeres de esta época decadente tienen la chance de descubrir
el sentido de sus vidas, de recuperar la memoria de que fueron y serán
espíritus inmortales, pero solo algunos lo logran.
Es
necesario tener una sensación de nostalgia en el fondo de la conciencia,
nostalgia de que alguna vez la vida no fue así como es ahora, para que surja el
deseo de buscar las respuestas, para interesarse en buscar los mensajes ocultos
en nuestra propia naturaleza. A nadie le será develado nada si no se esfuerza
por averiguarlo. El Hombre es mitad terrestre y mitad celeste, por lo tanto
todo Hombre puede convertirse en Héroe y conducir a su gente pero, para eso,
debe alcanzar la muerte inciática para conocer lo que el común de los hombres
no conoce: ¿qué hay después de la muerte?
Por
esa razón, es nuestro propósito imitar al Maestro Pitágoras en sus enseñanzas,
allá en Crotona y Metaponto en el siglo VI a.C., cuando creaba a su alrededor
una comunidad basada en grados sucesivos de iniciación. El enseñaba la
tradición, tal como la había recibido y entregaba una auténtica guía para orientar
las vidas de quienes buscan en la oscuridad o en la luz, según su situación
personal, para comprender a dónde conduce el laberinto de cada uno.
¿Quién
no se ha levantado una mañana y se ha encontrado con que las tinieblas de la
noche han sido barridas por la luz brillante que emiten los rayos del Sol? En
momentos así tenemos la vivencia directa de la energía pura, del “prana” que
desciende sobre nuestro planeta, como dicen los hindúes. Del alimento de
nuestros centros vitales o “Chakras”.
¿Quién no ha presentido que el Universo entero posee un sentido y que la
vida tiene sus causas y sus objetivos?
La
condición humana está determinada por la muerte, la inexorable breve duración
de la vida humana determina que nuestra existencia sea una lucha eterna por
superar la aniquilación, por alcanzar la perennidad perfecta que, naturalmente,
ningún hombre puede lograr sin perecer. De ahí que la condición humana consiste
justamente en que el hombre intenta ser más que hombre o, al menos, intenta
superar su realidad limitada. Es decir que el hombre es ante todo
trascendencia, tendencia al “más allá” de sí mismo. Pero, dado que ese impulso
a un “más allá” es su finalidad última, nos encontramos con la trágica paradoja
de que la esencia humana está definida, por un lado, por su situación
témporo-espacial y, por otro lado, por su esfuerzo trascendente. O sea que el
hombre está determinado por “lo que es” y por “lo que no es”. La naturaleza
humana es dual y contradictoria, el hombre existe por la tensión entre dos planos:
el profano y el sagrado. Es la única criatura que nace con la nostalgia de un
equilibrio que ha perdido, es la única criatura que advierte su caída en el
tiempo, es la única criatura que es consciente de su muerte.
Somos
algo más que un cuerpo físico, la muerte transforma nuestra energía, pero no
nos aniquila. Es la condición de nuestro laberinto de vida, para obligarnos a
elegir, para ser responsables de nuestra evolución y crecimiento. Bueno, todo
lo que creemos que no sabemos, pero tenemos guardado en nuestra memoria, está
revelado en el mundo por medio de la Geometría Sagrada, el vehículo de la
Tradición, el lenguaje de nuestros Antepasados.
EL RELATO DE HESIODO
No
es necesario recurrir a tradiciones orientales para conocer la historia de esta
Humanidad. Hesíodo mismo nos cuenta, en la introducción a Los Trabajos y los
Días, obra didascálica del siglo VIII a C, escrita bajo el pretexto de enseñar
a su hermano Perses cómo es la vida, nos ofrece el relato de las Edades del
Hombre.
Nos
presenta una visión cíclica de la evolución de los hombres, en forma totalmente
simétrica a las generaciones de dioses, que nos relató en La Teogonía:
Uranidas, Cronidas y Olímpicos. Es decir, que tanto el plano de lo divino como
el plano de lo humano han tenido desde el origen un desarrollo cíclico: cada
generación se desarrolla hasta alcanzar su culminación y es reemplazada por una
nueva.
Es
una antropología cíclica y su principal diferencia con la teología cíclica
reside en el hecho de que las generaciones de dioses se desarrollan hasta
lograr su equilibrio definitivo y, en cambio, las generaciones de hombres
avanzan hacia una progresiva decadencia, a medida que se alejan del origen.
Ahora
bien, si realizamos un análisis más minucioso, descubrimos inmediatamente que
Hesíodo nos presenta una serie de cinco generaciones de hombres, lo cual es muy
significativo, puesto que todas las divisiones tradicionales de la evolución
del hombre constan de cuatro etapas solamente. (Valgan como ejemplos los cuatro
“mundos” de la Cábala, los cuatro Yugas en que se divide un Manvantara hindú,
los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire, etc). El cuatro es el número
en que, tradicionalmente se divide lo creado (cuatro son las partes del día,
cuatro las estaciones del año, cuatro las edades de la vida humana, cuatro las
fases lunares, etc).
Los
Hombres Áureos son quienes existieron en el origen, su mundo fue un Edén y
alcanzaron la beatitud. Vivieron en los tiempos de Cronos. Hesíodo nos dice que
poseían todo lo que necesitaban, la tierra
por sí misma producía en abundancia todos los bienes y ellos compartían
todo sin disputas. No padecían males ni enfermedades, conservaban siempre su
salud y vivían junto con los Dioses.
Al
culminar este ciclo debido a que los Hombres
Áureos no aceptaron venerar a los Dioses y le disputaron a Zeus el
reparto del mundo, se convirtieron en las deidades o genios protectores de los
hombres sobre la superficie de la Tierra. Abandonaron el Edén, dejaron de
compartirlo con los dioses.
Les
siguió la generación de los Hombres Argénteos, quienes, a pesar de que gozaban
de una prolongada y feliz infancia, al arribar a la adolescencia caían en la
desmesura. Se negaron a rendir culto a los Inmortales y a venerar a sus
Bienaventurados Antepasados en los altares sagrados. Fueron absorbidos por la
Tierra y se convirtieron en los Bienaventurados de los Infiernos, los genios
subterráneos que custodian el mundo de los muertos.
La
tercera generación fue la de los Hombres Broncíneos, raza terrible y violenta,
que solo pensaba en las obras y desmesuras de la guerra. Sucumbieron luchando
entre sí y fueron sepultados por la muerte en el Hades. Fueron arrebatados para
siempre de la luz del Sol. Son los “sin nombre”. Los hombres padecen una
progresiva pérdida de la vida puramente espiritual, cada vez son más
dependientes de la materia.
Y
entonces nació la divina generación de los héroes, o semidioses. Ellos
perecieron luchando frente a Troya o frente a Tebas. Vivieron en el comienzo de
la historia helena, son los fundadores de la raza. Y Zeus les concedió una
morada en los confines de la tierra, en las Islas de los Bienaventurados, junto
al Océano. Son los héroes afortunados que habitan en condiciones similares a
las que gozaban los Hombres Áureos, su existencia después de la Muerte es una
nueva Edad de Oro.
Cierra
la sucesión de generaciones la de los hombres férreos, que llevará la
decadencia hasta sus últimas consecuencias. Esta es la Edad en que vivimos, a
la que Zeus pondrá fin el día en que los niños nazcan con los cabellos canos,
el día en que todo el orden moral se haya alterado y controvertido. Así
entonces, Aidós y Némesis (el Pudor y el Castigo Ejemplar) abandonarán a los hombres y ascenderán hacia
los Inmortales, lo que anunciará la conflagración final de los sucesivos ciclos
de esta humanidad.
Hesíodo
no manifiesta explícitamente si después de la Edad de Hierro recomenzará una
nueva Edad de Oro, sin embargo dice que preferiría haber nacido antes o después
de esta generación férrea, lo que hace pensar claramente en un resurgimiento
futuro de un nuevo ciclo. De todos modos, se destaca del conjunto del relato la
visión de la Edad de los Héroes. No está identificada por un metal y no está
configurada por hombres inferiores a la edad anterior, es una edad intercalada.
La
Generación de los Héroes introduce el tema de las Islas de los Bienaventurados.
Es la comarca que no se halla ni en la tierra que habitan los hombres, ni en el
Hades adonde descienden después de la muerte, ni en el cielo de los Inmortales.
Estas islas se encuentran fuera del ciclo normal de la vida y reproducen las
características de la Edad de Oro. Al morir los Héroes ingresan en este espacio
y recuperan la perdida beatitud de los orígenes. Desde su existencia humana
acceden a una región libre de la culpa y la decadencia de los hombres. Los
Héroes, nos dice Hesíodo, son semidioses, es decir, mitad hombres y mitad
dioses, en una palabra son Mediadores. Mediadores entre el plano divino y el
humano.
El
héroe logra superar la condición humana porque es capaz de vencer a la muerte:
solo los héroes son capaces de descender al Hades y retornar transfigurados con
el conocimiento. Por eso los héroes están capacitados para retornar a su pueblo
y guiarlo (El ejemplo de Odiseo).
LA NATURALEZA HUMANA
Por
un lado, el relato hesiódico nos ofrece una visión de la evolución de esta
humanidad, a través de los tiempos transcurridos. En cambio, por otro lado, sus
palabras pueden ser interpretadas como una descripción de la naturaleza del Hombre.
Hesíodo
nos dice que existen hombres áureos, hombres argénteos, hombres broncíneos y
hombres férreos en todas las épocas. O mejor, que todos los hombres poseen una
parte áurea, una parte argéntea, una parte broncínea y una parte férrea. No
obstante, desde cualquier punto de la evolución los hombres pueden convertirse
en héroes, si saben ser Mediadores entre el Cielo y la Tierra. Es decir, que si
el hombre desciende a los Infiernos y retorna con el conocimiento, en una
palabra, si un hombre recibe la iniciación ritual al conocimiento tradicional,
muere a su vida anterior y se convierte en un héroe que puede guiar a sus
compañeros. En síntesis, la Virtud y la Justicia, de las cuales trata
largamente Los Trabajos y los Días, pueden conducir al hombre hasta las Islas
de los Bienaventurados. Existe una posibilidad de redención dentro de la vida
de los hombres, que puede hacer retornar el Paraíso Perdido. Es la Iniciación
que ofrecen los Misterios de la Religión Helénica, el conocimiento de la
Doctrina Hermética que enseñaba Pitágoras.
EL ORIGEN DEL COSMOS
El
vehículo de esta Doctrina Hermética es la Geometría Sagrada, que nos permite
comprender todos los procesos de la vida, desde sus orígenes. Por ejemplo, la
Teogonía de Hesíodo nos dice: “En el comienzo fue el Caos...” Caos es una
palabra griega que no significa “desorden” sino “apertura”, “separación”,
“oquedad”, podríamos decir “agujero” a secas. Expresa la idea de que algo
entero se abre, se fracciona, se divide en dos partes. Creemos que no existe un
modo más preciso para expresar el “Big Bang”, es decir, todo lo que comienza se
distingue de su estado indiferenciado anterior por una “oquedad”, que genera un
ser nuevo, o mejor dicho, dos seres nuevos.
Cuando Hesíodo dice que “En el comienzo fue el Caos...”, está mostrándonos que antes de la primera manifestación el Todo y la Nada eran idénticos, no había nada manifestado. Al abrirse el Caos algo quedó de un lado y algo quedó al otro lado. Por ejemplo, el Cielo y la Tierra se formaron como las dos mitades de una naranja. Esto enseña que la primera Creación implica el surgimiento de los tres primeros números al unísono, porque algo se dividió en dos partes: el Todo originario se convirtió en el Cielo y la Tierra. Es algo equivalente a cuando el Antiguo Testamento nos dice que Jehová creó a Adán y Eva. En síntesis, inicialmente se forma un triángulo, el triángulo de la Creación, comienza la Geometría Sagrada:
El
número 1 no existe hasta que nacen el 2 y el 3, porque antes de la oquedad
inicial sólo existe la indiferenciación, el cero. Esto significa que el primer
número de la Naturaleza es el 1-2-3, en verdad obedece a causas geométricas: el
espacio nace en el punto, al igual que el tiempo. El punto puede igualarse con
la circunferencia si se lo expande en el plano, pero toda circunferencia posee
un centro inmóvil. En verdad, el movimiento surge con el segundo punto, porque
se establece una recta, con sus direcciones. No obstante, el plano surge con el
tercer punto, se forma un triángulo, la primera figura geométrica. Y con el
número cuatro surge el volumen. Tenemos el primer cuerpo en el espacio, aparece
la pirámide de base triangular o tetraedro:
Con
la consiguiente correlación:
Spiritus Animus Anima Corpus
Esencial Astral Etérico Físico
Noûs Sternos Psiqué Soma
Los nombres
correlativos, en Latín y en Griego, expresan sucesivamente el ego espiritual
originario, la memoria individual o herencia genética, la mente o alma humana y
el cuerpo físico resultante, que habita en un espacio tridimensional sometido
al tiempo. Podríamos decir que, mediante estos pasos, el espíritu ingresa en el
mundo témporo-espacial y encarna en un cuerpo humano, al que otorga la vida.
LA
TETRACTYS
Siguiendo
al maestro Pitágoras (569 aC – 496 aC) expresaríamos estos pasos mediante una
pirámide de base cuadrada rebatida: El uno originario se divide en dos y forma
el triángulo, es decir que la primera creación da origen a la dualidad. Surge
la polaridad, naturaleza profunda de todo lo creado. Así también opera nuestro
conocimiento: comprendemos qué cosa es el día, gracias a que lo oponemos a la
noche. Y, porque conocemos la noche y el día, comprendemos qué cosa es el
tiempo, pero sólo conocemos el tiempo porque lo oponemos a la eternidad, y así
sucesivamente.
Es
la dualidad lo que nos obliga a formar el cuadrado: dos veces dos lados
paralelos entre sí. Todo lo creado desemboca necesariamente en el cuatro:
cuatro puntos cardinales, cuatro fases de la Luna, cuatro componentes
elementales de la naturaleza: Aire, Fuego, Agua y Tierra, etcétera. Una mesa
bien firme tiene cuatro patas. Cuando un matrimonio tiene un hijo, no está
completo hasta que llega el segundo hijo y la familia está formada por cuatro
personas. La Tetraktys simboliza el proceso de la Creación, es así:
1
+ 2 + 3 + 4 = 10
Los
primeros cuatro elementos sumados forman la decena, que es la forma perfecta en
que los números recomienzan su serie hasta el infinito. El 10 también se descompone
en 5 + 5 = 10, Nada más útil que
observar las manos de todos los cuadrúpedos, todos poseen 5 dedos en cada mano,
pero cuatro son iguales y uno, el pulgar, es diferente. Nuestra mano humana es
prensil gracias al pulgar, que, por ser diferente, da sentido a los otros
cuatro dedos. Es el quinto elemento, el éter o aire ardiente, materia de que
están formados los espíritus, la quintaesencia de todo lo que existe en el
mundo. Observemos que la Tetraktys posee cinco puntos y, sin embargo, está
formada por los primeros cuatro números.
Vista
desde arriba la Tetraktys toma la forma del “Sello de Salomón” y tiene cinco
puntos también:
PENTALFA
Los
cinco puntos son el punto de partida del ser humano en su evolución, en su
búsqueda del origen. Se forma el famoso Pentalfa o Pentagrama, que fue el
símbolo de reconocimiento entre los seguidores de Pitágoras. Acostumbraban
colocarlo sobre la puerta de sus casas, para que el viajero, iniciado en las
enseñanzas de la Tradición, supiera dónde podía contar con asistencia y refugio
entre Hermanos. Los Pitagóricos fueron los Masones de la Antigüedad
Grecolatina. El ser humano, con su andar erguido, es la única criatura capaz de
asumir, con brazos y piernas abiertas, la forma del Pentalfa:
Las líneas marcan los recorridos de la energía, a través de los Meridianos, en el cuerpo humano. Los cinco elementos de la Tradición Taoista china son: Fuego, Tierra, Metal, Agua y Madera, distribuidos así: En la cabeza el Fuego, en la mano derecha la Madera, en la izquierda la Tierra, en el pie derecho el Agua y en el izquierdo el Metal.
El
Triángulo con su vértice hacia arriba es, entonces, el símbolo de la Creación.
Por lo tanto, el triángulo inverso, con el vértice hacia abajo, es el símbolo
del Conocimiento. Nuestro proceso de conocer actúa en forma inversa a toda
creación: a partir de una determinada polaridad entre opuestos, conocemos su
naturaleza. Se forma con ambos el rombo, que muestra las etapas de evolución de
un ser humano:
EL HEXAGRAMA
Ambos
triángulos pueden superponerse, puesto que ambos procesos coexisten (Creación y
Conocimiento) y se forma la Crisopea o Gran Obra, símbolo de la Piedra
Filosofal buscada por la Alquimia: el Hexagrama
El
Hexagrama es el símbolo de la evolución del Hombre en sus distintas etapas, por
eso cada vértice de la estrella se lo identifica con un planeta, con un color y
con un metal: El Centro del Hexagrama recibe la Luz, origen de toda Creación y
todo Conocimiento, por eso se atribuye a Mercurio, Mensajero de los Dioses, el
Hermes griego de sandalias aladas que trae a los hombres el conocimiento
Hermético. Desde el punto de vista metálico, se trata del único metal líquido,
por eso habita dentro del Hexagrama, que lo contiene en su centro, en el cruce
de las polaridades de los otros planetas. Cuando la luz atraviesa el prisma se
descompone en los seis colores del Arco Iris: Los tres colores primarios en el
triángulo de la Creación y los tres colores secundarios en el triángulo del
Conocimiento, porque los segundos son el resultado de la combinación de los
primeros. En la columna de la derecha se encuentran los planetas masculinos:
Saturno y Marte, “los duros”,”los inflexibles”. A la izquierda está la columna
de los planetas femeninos: Luna y Venus, “los blandos”, “los cambiantes”. La
columna central se sostiene en la estrella del sistema: el Sol. En su centro el
vehículo de la Tradición: Mercurio y, en la cúspide, Júpiter, el segundo Sol
del sistema, el planeta que abre horizontes y enseña a los hombres su
evolución, por eso le corresponde el azul del Cielo.
En
verdad, en el Hexagrama está implícito el sistema astrológico: las oposiciones:
Luna / Saturno, Venus / Marte y Mercurio / Júpiter se distribuyen en el Zodíaco
alrededor del Sol. Este es el Septenario que pone en marcha la vida de los
hombres sobre la Tierra.
EL SEPTENARIO
El
Septenario surge de la naturaleza de la circunferencia, que es el desarrollo
del punto originario. En la circunferencia, el radio cabe seis veces y queda un
pequeño resto, lo que se expresa en el número . Esto no fue creado por ningún
geómetra, nació así con la Creación Por eso, los planetas fundamentales del
sistema son 6 más el Sol, es decir, las seis veces que el radio cabe en su
perímetro más el centro de la circunferencia. Por eso el ritmo de la Luna
alrededor de la Tierra: cada fase transcurre en siete días, nada es ajeno al
sistema Hermético. Su estructura proporcional da sentido a la vida de los
hombres, tal como fue creada dentro de su Laberinto. Solo la luz de la Doctrina
Hermética puede explicar el destino de los hombres, a través de la Astrología.
La Providencia divina ofrece el camino para que los seres humanos empleen su
libertad. El elemento fundamental es la Doctrina de los Siete círculos
planetarios, que, a veces, se denomina “de los nueve círculos”, porque se
coloca en su centro a la Tierra y, por fuera de los círculos planetarios, el
círculo de las estrellas fijas.
El
mejor modo de develar el sentido oculto de la Doctrina es comenzar por el orden
de los planetas en la semana de nuestro Calendario. Este orden es conocido por
todos, no es secreto, es el orden exotérico. Aplicando la clave del seis se
averigua el orden esotérico, que es el que explica la vida de los hombres tal
como ha sido creada:
ORDEN EXOTÉRICO ORDEN ESOTÉRICO
ORDEN EXOTÉRICO ORDEN ESOTÉRICO
DOMINGO: SOL SOL
LUNES: LUNA
VENUS
MARTES: MARTE
MERCURIO
MIÉRCOLES: MERCURIO LUNA
JUEVES: JÚPITER
SATURNO
VIERNES: VENUS JÚPITER
SÁBADO: SATURNO
MARTE
El orden esotérico nos revela la forma
en que un espíritu se convierte en un ser humano, muestra el camino que realiza
durante el embarazo de su madre, la forma cómo ingresa a su nacimiento en este
mundo:
Primero Marte, debe
morir a su vida plenamente espiritual, elige una familia en que nacer. Segundo
Júpiter, incorpora un plan de evolución mientras esté encarnado, las verdaderas
razones espirituales de una vida dentro de la justicia divina. Tercero Saturno,
la mente superior o supraconciencia, la verdadera sabiduría que comprende los
símbolos y se expresa mediante la Geometría Sagrada. Aquí termina la
configuración celeste, después de 3 Lunas ha quedado terminado el feto.
Comienza la cuarta Luna, que justamente corresponde a la Luna, la Ianua Coeli o
Puerta del Cielo, durante la cual ingresa al Mundo Sublunar y comienza a
desarrollarse el embrión. Se decide el sexo de la criatura.
Quinto Mercurio, la
conciencia humana, la capacidad de conocer y recibir los mensajes de los
dioses, la inteligencia, la capacidad de entender el laberinto de cada vida.
Sexto Venus, la razón de la vida, el amor, la fuerza emocional que mueve la
vida de los hombres, la capacidad de compartir, de cuidar, de reproducirse, la
voluntad. Y Séptimo el Sol, centro del sistema, la configuración completa del
embrión (al terminar la séptima Luna está listo para nacer, las tres Lunas
restantes son de engorde y fuerza). El Sol es la construcción final del
individuo y su destino en esta vida. Las 40 semanas son un embarazo completo,
porque son 4X10, un cuadrado perfecto y porque son 7X40= 280 días. En 280 días
la criatura está lista para respirar, es decir hacerse cargo de su vida y su
destino y, en 28 años, será adulta y el aura lumínica verde de su sangre estará
completa (siempre 4 veces 7).
Al
aparecer en el siglo XVIII Urano, tenía que aparecer en el XIX Neptuno y en el
XX Plutón. Forman el tercer terceto, siempre hay entre cada serie de tres
planetas una Luna. Estos son los planetas externos o lejanos, que se acoplan al
sistema cuando la vida del final del ciclo lo exige, su círculo intermediario
es la Luna Negra o Ianua Caelestis (Puerta Celestial). De ella dependen las
capacidades especiales de la supraconciencia. Urano desarrolla todas las
ciencias y las tecnologías. Neptuno la música y las capacidades psíquicas y
Plutón trae la transfiguración final del mundo (la fisión del átomo, las
grandes enfermedades, los cataclismos y las grandes guerras).
Es
necesario comprender la Doctrina de los Círculos concéntricos en series de
tres. Por eso se puede comparar con los Mundos de la Cábala: M. de la Emanación
: Urano, Neptuno y Plutón, M. de la Creación : Saturno, Júpiter y Marte, M. de
la Formación : Sol Venus y Mercurio y el M de la Acción en el planeta Tierra.
De ese modo, tal como en las octavas de la música: Plutón y Marte son octavas
superiores del Sol. Neptuno y Júpiter son octavas superiores de Venus. Urano y
Saturno son octavas superiores de Mercurio.
LA MUERTE
Deberíamos
comprender que los Círculos, del mismo modo que nos describen los pasos para
llegar al nacimiento, nos están mostrando que la muerte también tiene etapas.
La muerte del cuerpo físico no es toda la muerte, hay desprendimientos
posteriores. El triángulo central: Sol – Venus – Mercurio simboliza el apagado
del cuerpo físico (se decreta la muerte cuando cesa la actividad de las ondas
mentales, cerebro desconectado), o lo que es lo mismo, se apaga el cuerpo
etérico (Venus) por el que circulan los meridianos de energía(mundo emocional).
A veces se ha detenido el corazón y, sin embargo, no se ha interrumpido el
circuito de energía, son los casos de personas que, aparentemente, han vuelto
de la muerte y recuerdan en parte la experiencia.
A
veces, hay casos de personas que han muerto repentinamente en accidentes, y por
eso les han quedado cosas por hacer, se aparecen en forma de espectros días y
meses después de su muerte. Son las llamadas animas (el termino es latino) en
pena, que no han podido superar el Mundo Sublunar, a veces ignoran que han
muerto por la tarea que les ha quedado pendiente. Provocan apariciones y “casas
embrujadas” hasta que descubren y aceptan que están muertos y se elevan. Son
los llamados “residuos psíquicos”, que obstruyen la vida de sus parientes o
seres cercanos aún encarnados.
Hasta
aquí, los pasos de la muerte sublunar que, normalmente son inmediatos, sobre
todo en las personas preparadas para morir. Hay pasos posteriores, debe morir
el animus, el vehículo del ADN o herencia genética, aquello esencial que
identifica personalmente al individuo desencarnado. Es el Cuerpo Astral, puede
habitar por un largo período en el Plano Astral, unido a su “Grupo de Almas”
(seres queridos) y, según su grado de evolución, puede desaparecer como
individuo y elevarse a niveles superiores. El animus (término latino)
corresponde a la Luna y marca el límite en que se conserva o se pierde la
individualidad perteneciente a esta Humanidad. Es la última etapa de la muerte.
Ya
en el Mundo Translunar, el cuerpo causal (Saturno) recoge la memoria akáshica
(los registros de toda la historia de un espíritu), determinante de su
evolución a través de los múltiples estados del ser.
En última instancia
se encuentran el cuerpo búdico(corresponde a Júpiter) o mental superior (el
mental inferior corresponde a Mercurio) que conserva y mantiene la unidad del
ser, en él no hay rastros de la dualidad. Es el verdadero responsable de la
evolución espiritual. Y el séptimo cuerpo es el cuerpo átmico o chispa
original. Es la auténtica esencia que cada individuo comparte con su Creador,
corresponde a Marte como símbolo de la muerte de la vida manifestada, es
esencia pura.
LOS
METALES SOBRE EL SER HUMANO
Del mismo modo, el
sistema nos permite establecer los efectos de los metales sobre el ser humano,
puesto que son los componentes de su cuerpo. En ese sentido, debemos saber que
el Plomo (Saturno) da su verdadero peso e importancia a las decisiones que cada
individuo ha tomado, el plomo endereza como la Plomada. Por eso rige el
esqueleto, los dientes y la piel, que son los órganos donde se registra nuestra
historia. Además conduce la bilis a través de la vesícula y mueve las emociones
más pesadas.
El estaño (Júpiter)
es el vehículo de nuestra mente superior, es responsable de nuestra evolución
personal en el curso de la vida. El estaño es moldeable y se une a los otros
metales. Por eso rige el hígado y las enzimas del metabolismo. Asimismo dirige
las funciones de conexión espiritual de la sangre en el bazo. Nos da la capacidad de movernos desde un
punto a otro de nuestro destino.
El hierro (Marte)
sostiene nuestro ADN, permite la realización de nuestra síntesis genética, es
el vehículo para que la sangre lleve lo necesario a cada rincón del cuerpo. Es
el responsable de la testosterona y de la adrenalina. Nos da la resistencia
para perdurar en el camino y la musculatura masculina depende del hierro.
El oro (Sol) nos
otorga la libertad y da a cada uno un corazón. Del oro dependen los entusiasmos
y la inspiración (respiratoria y creativa). El oro nos da la memoria del Padre
Creador y de la eternidad. El oro nos hace buscadores de la verdad, la bondad y
la belleza y, en consecuencia, de la luz (rige los ojos, sobre todo el derecho).
El cobre (Venus) nos
da el oído y todos los efectos del sonido sobre nuestro cuerpo (la voz, la
palabra, el canto, la música). Rige la circulación linfática y los ganglios que
la conducen. Dirige los riñones y vejiga, así como la purificación mediante el agua. La
musculatura femenina depende del cobre.
El mercurio genera
toda la información que circula desde el cerebro a lo largo del sistema
nervioso. Del mercurio depende la inteligencia y la respiración (pulmones y
bronquios), así como las formas de intoxicación (intestinos).
La plata (Luna)
sostiene el aparato reproductor femenino y dirige la transformación desde el
embrión y el feto hasta alcanzar el bebé ya formado. Rige el diafragma y la
alimentación (esófago, estómago, duodeno). También sostiene la visión del ojo
izquierdo.
Las glándulas
Hipófisis o Pituitaria y el Timo dependen del oro. La Pineal, las Glándulas
Mamarias y los Ovarios de la plata. Las Tiroides del cobre. El Páncreas del
estaño. Las Adrenales y los Testículos del hierro.
EFECTOS
DE LOS COLORES
Todos los fenómenos
fisiológicos se ponen en marcha con el verde (sobre todo la sangre). El sistema
nervioso se normaliza y evita los dolores mediante el azul. Los órganos o
miembros rotos o deteriorados se reconstruyen con el rojo. La vitalidad y el
optimismo vuelven con el dorado o el amarillo (a veces el anaranjado también).
La luz blanca trae la paz.
Nostradamus –33°
HRDM+KLWNNG
HRDM+KLWNNG