lunes, 29 de agosto de 2011

EL PRINCIPIO ESPIRITUAL DE LA MASONERIA OPERATIVA



El Principio Espiritual
de la 
Masonería Operativa




Autor: Jorge Francisco Ferro

                                            
Los pueblos antiguos, poseedores incontestables de una mentalidad tradicional, no concebían la posibilidad de existencia en el mundo físico, sin un Principio metafísico que ordenase formalmente a la materia por medio de arquetipos. La Masonería Operativa antigua participaba también de tal concepción tradicional y siempre consideró a su propia existencia como sujeta a un Principio metafísico que permitía su manifestación en el mundo sublunar, como se estilaba decir en aquellos tiempos.

Las operaciones espirituales y materiales que practicaba la Masonería Antigua tenían como eje central al mencionado Principio metafísico y buscaban restablecer un punto de equilibrio entre diferentes planos de la realidad. Dichas operaciones se efectuaban bajo un doble aspecto – ascendente y descendente – expresado en el axioma propio del Hermetismo de  “espiritualizar la materia y materializar el espíritu”.

Según los escasos textos y documentos emanados directamente de fuentes Operativas, dicho Principio espiritual era identificado inequívocamente con “El-Shaddai”, el Todopoderoso, primer Nombre Divino invocado por Abraham y aspecto accesible de Dios para los hombres pertenecientes al estamento de los obreros y artesanos.

Los primeros testimonios contemporáneos de estas doctrinas y prácticas fueron semi-públicos y aparecieron bajo la forma de las llamadas “exposures” de masones operativos británicos tales como Clement Stretton, John Yarker, el mayor Gorham, Thomas Carr y otros, a principios del siglo XX. Posteriormente, René Guénon confirmó y profundizó estos testimonios.

Concomitantemente con esta práctica de la Masonería Operativa, la unión de gremios tradicionales de Francia denominados Compagnonnage, según testimonios de sus miembros, tenían la costumbre de que, cuando un Compagnon Etranger entraba en uno de los talleres compañónicos (cayennes), se desarrollaba  el siguiente diálogo ritual:

-       Pregunta:        “Qui commande ici?”
-       Respuesta:      “Le Shaddai...”


1)                El Todopoderoso, El-Shaddai, en la tradición judía y cabalística:

En la tradición hebraica, el Nombre sagrado El-Shaddai
involucra ideas de medida, de correspondencia, de proporción y representa el aspecto  “constructivo” de la Divinidad. Como es sabido, en ciertos idiomas antiguos, las letras y las palabras poseen también valores numéricos. Así ocurre, por ejemplo, con el latín, el árabe y particularmente con el hebreo que aquí nos ocupa. En efecto, el  nombre El-Shaddai posee el valor numérico 345 el cual se obtiene de la descomposición siguiente: Alef  (1); Lamed  (30); Shin  (300); Dalet   (4); Iod  (10). Este valor numérico puede considerarse tanto en su totalidad (345) como en sus dígitos por separado (3-4-5) según ciertas operaciones guemátricas que no es el caso considerar ahora. Por otra parte, la palabra “Shaddai” sola y despojada de la partícula  “El” posee un valor numérico de 314 lo cual refiere a las posibilidades de división geométrica del círculo en referencia al número Phi, cuestión que retomaremos posteriormente pues, como es sabido, este número (Phi 3,1416...) permite la operación geométrica de medir la circunferencia partiendo del radio o sea que “por el 3,14” se puede pasar, según dice la sentencia masónica, “de la Escuadra al Compás” o lo que es lo mismo “del Cuadrado al Círculo”  o simbólicamente de la Tierra al Cielo...

           En la Cábala hebraica, las denominadas “tres letras madres” son respectivamente: Alef  (1), Mem  (40) y Shin  (300). Ahora bien, en el Capítulo Primero del Sepher Yetsirah  dice  textualmente: “...Según los Senderos Misteriosos de la Sabiduría, Iah, Señor de los Ejércitos, Dios Viviente y Rey del Mundo, El Shaddai, misericordioso y dador de gracia, superior y supremo, residente eterno en las Alturas y de Nombre Sagrado, ha esculpido y creado su mundo por medio de tres Serafines: Sefar, Sepur y Sefer. Diez Sefirot Belima y veintidós letras de cimiento: tres Letras Madres, siete dobles (en total 14) y doce simples.”

En el Capítulo Tercero leemos: “Tres Letras Madres: Alef, Mem, Shin. El las ha grabado y burilado y El ha combinado sus pesos y los ha invertido... Estas son las veintidós letras a partir de las cuales el Yo Soy (El que Soy), Iah, Señor de los Ejércitos, El Shaddai, Señor Dios, ha grabado y hecho tres Serafines.”   Es necesario recordar la inclusión de las siete letras dobles que  equivalen a  catorce simples. O sea que tenemos 3 Serafines más 14 letras simples, lo cual nos refiere nuevamente al número Phi 3,14...

Por último, en el Capítulo Sexto, aparece una frase que dice textualmente: “ ...Cuando nuestro padre Abraham hubo comprendido, examinado, visto, grabado y burilado con éxito...”

Las palabras “grabado” y “burilado” pertenecen estrictamente al vocabulario técnico-ritual de la Masonería, aún en nuestros días, tal como puede comprobarse en cualquier buen diccionario masónico. Lo mismo ocurre con las palabras mencionadas y repetidas más arriba, tales como “esculpido”, “cimiento”, “grabado y burilado”, etc. Recordemos que, según el Antiguo Testamento, el mundo fue construido  “con número, peso y medida” y que el texto nos dice que el Yo Soy El que Soy combinó los pesos de las Tres Letras Madres...

En el Libro de Job, el idumeo, el Todopoderoso  “Shaddai” (valor 3,14) interviene  visiblemente 31 veces las cuales, sumadas al valor numérico del Nombre, da como resultado: 314+31= 345...

En la Torah, el Nombre de El-Shaddai aparece 48 veces y como hemos visto, 31 de dichas veces lo hace en el Libro de Job por lo que este texto es muy significativo con respecto a la acción de El-Shaddai, el cual aparece bajo sus dos aspectos: benéfico como Asher Dai (El que basta a sí mismo) o devastador en el “Día de El-Shaddai “o en la “Voz de El-Shaddai” dentro del trueno...  Es necesario recordar que, en el Evangelio, a San Juan, patrono de la Masonería, se lo denomina precisamente “Hijo del Trueno”... La tradición iniciática universal muestra que los aspectos  “devastadores” en el plano del yo individual y del mundo manifestado son, contrariamente, beneficiosos en el plano de la realización espiritual y divina. Así, Job es el símbolo del iniciado que se unió a Dios aún a costa de perder todas las condiciones humanamente valorables. Esta cuestión plantea, inevitablemente, la disyuntiva de elegir entre la unión con Dios o las ataduras al estado humano. Algo semejante dijo Jesús cuando pidió a sus discípulos que abandonen todo, incluido la patria y la familia, para tomar la cruz y seguirlo. La pregunta, entonces, es: ¿quién desea voluntariamente seguir el camino de Job?

La presencia de El-Shaddai en el Libro de Job  se manifiesta por medio de lo que se puede denominar el “3 veces 14” pues entre el Prólogo, correspondiente a la Apertura de los Trabajos de una Logia Operativa, y el Epílogo, correspondiente a la Clausura de dichos Trabajos, se contabilizan 42 Capítulos o sea  3 X 14 = 42... Este número cíclico de 42, producto de multiplicar 3 X 14, posee un sentido de mutación espiritual y de madurez germinativa cíclica tal como se aprecia en el famoso pasaje “from Square to Arch” (del Cuadrado al Arco) o sea de la Tierra al Cielo, entre los Masones Operativos. Dicho pasaje se  “opera” a través del diámetro del círculo que forma una hipotenusa común a  dos triángulos de proporción 3-4-5 inscriptos en dicho círculo por medio del  “3,14” lo cual, para los Masones Operativos, es la expresión común, geométrica y hebraica, de una exaltación espiritual análoga a la elevación de las paredes en la construcción de un edificio material.

2)                El Todopoderoso, El-Shaddai, en la Masonería Operativa:

Los Masones Operativos poseían – y las Logias Operativas contemporáneas aún poseen – un Arte oral y una Ciencia Geométrica que unían los símbolos visuales, sonoros y gestuales propios del Ritual dentro de ciertos métodos especiales de realización espiritual o intelectual, según se prefiera, totalmente ignorados por la Masonería Especulativa o moderna.

Lo primero que debe decirse para entrar en tema es que la Masonería Operativa siempre conservó, en sus Rituales y en sus doctrinas, el primer Nombre invocado por Abraham. En efecto, el Todopoderoso, El-Shaddai, siempre fue venerado como el Principio Espiritual que, por estamento o casta, les correspondía con toda propiedad. Esto fue conocido, en ciertos círculos masónicos o para-masónicos modernos, en la Europa de principios del siglo XX , por medio de las revelaciones realizadas por algunos Masones Operativos sobrevivientes tales como Clement Stretton, el mayor Gorham, John Yarker, Campbell-Everden y otros a publicaciones especializadas y de circulación restringida tales como la Authors’ Lodge Transactions, Leicester, May 24th. 1897, la Ars Quatour Coronati  Lodge of Research, London, varia data, la revista The Speculative Mason, London, varia data y otros pocos medios escritos.

Aún en la Masonería Especulativa moderna, la llamada Palabra Perdida  es considerada también uno de los Nombres Divinos el cual, además, es el verdadero nombre del Gran Arquitecto del Universo. Pero en esta forma particular de Masonería, como tributaria de la mentalidad protestante bajo la cual fue constituida, al nombre del Gran Arquitecto del Universo se lo identifica directamente con Jehová dejando de lado la especificidad técnica, representada por El-Shaddai, que tanto valoraban los Masones Operativos.

Veamos ahora algunos elementos, que aún existen dentro de la tradición masónica, que rememoran los tiempos en los cuales la enseñanza de los constructores unía tanto los aspectos teóricos como prácticos.

Como es sabido, la principal vestimenta ritual de los Masones es el mandil el cual define la cualidad de quien lo usa. Ahora bien, los mandiles del grado de Maestro, entre otros elementos, ostentan una letra M y una letra B. Es curioso destacar que la suma de dichas letras, en su equivalente hebreo, dan como resultado 42 o sea el producto de multiplicar 3 X 14... por lo cual, reaparece inesperadamente el 3,14 de Shaddai.

La joya distintiva propia del Venerable Maestro de una Logia, tanto Operativa como Especulativa, es una Escuadra cuyos brazos están en una proporción de 3-4-5 la cual encierra un conocimiento geométrico relacionado con la posibilidad de formación de un ángulo recto, en obra, sin instrumentos ni cálculos. Los tres lados de dicha Escuadra, representan simbólica y respectivamente a Salomón, rey de Israel, a Hiram el rey de Tiro y a Hiram Abbi, personaje bíblico también, el constructor del Templo de Jerusalem. El tercero de los lados de esta Escuadra, el de valor 5, está faltante pues representa a Hiram Abbi que fuera asesinado por tres malos Compañeros.  La proporción 3-4-5 de esta Escuadra, para los Operativos, representa inmediatamente  la idea del Todopoderoso El-Shaddai.

En la tradición y en las leyendas masónicas, el árbol de Acacia posee un gran valor simbólico y un carácter sagrado que se pone de manifiesto particularmente en el grado de Maestro. En hebreo, Acacia se dice “Shitah”  y su valor numérico es de 314.

Como es sabido y al igual que en otras organizaciones iniciáticas, tanto de Oriente como de Occidente, cada grado posee una palabra distintiva que recibe el nombre de Palabra Sagrada. En idioma hebreo, las Palabras Sagradas correspondientes a los tres primeros Grados de la Masonería están compuestas respectivamente por 3, 4 y 5 letras  lo cual nos refiere nuevamente a la estructura numérica del Principio Espiritual que los Masones Operativos han definido reiteradamente y que, en base a las coincidencias constatadas hasta ahora, escapa ampliamente a las meras posibilidades del azar.

3)                El Todopoderoso, El-Shaddai, en el Cristianismo:

Siendo un aspecto cualificado de la Divinidad, El-Shaddai está necesariamente presente en Cristo cuya doble naturaleza refleja la omnipotencia del Pantokrator. En efecto, en tanto que Verbo Divino, Jesucristo, como forma encarnada del Principio Supremo, recapitula los estados intermediarios de la manifestación y los estados superiores del Ser. En Cristo, El-Shaddai está simbolizado por los dos triángulos entrelazados del Sello de Salomón, también denominado Escudo de David, que representa su doble naturaleza. Recordemos que el Hexagrama también es un símbolo propio de varios Altos Grados masónicos. Debido a esta coincidencia entre el símbolo judaico de El-Shaddai (el Nombre del Todopoderoso en el centro del Escudo de David) y Jesucristo, la estrella de seis puntas ha servido como emblema a los primeros cristianos  quienes consideraban que las tres letras hebreas del Nombre Divino Shaddai en el centro de dicho escudo estaban en relación tanto con la Trinidad como con Salomón (Shin), David (Daleth) y Jesús (Iod).

En el Cristo resucitado se integra toda la manifestación y así recibe la Toda Potencia de El-Shaddai según figura en el Evangelio de San Marcos (28;18) : “ La omnipotencia me ha sido dada en el Cielo y en la Tierra.” Recordemos la equivalencia, no solo etimológica, entre los Nombres Divinos de El-Shaddai, Pantokrator y Omnipotens.

Es sabido que los israelitas, siguiendo a Moisés, pasaron por 3 veces 14 estaciones en el desierto pero también es menester recordar que, según el Evangelio de San Mateo, entre Abraham y Jesucristo existieron 3 veces 14 generaciones...

4)                El Todopoderoso, El-Shaddai, en el Islam:

Las tres Letras Madres de la Cábala hebraica poseen una correspondencia en el Esoterismo Islámico, en referencia a la segunda surata del Corán  en la cual las letras Alif, Lam y Mim forman una armadura simbólica oculta en el texto sagrado musulmán. Casi resulta ocioso señalar que los valores numéricos de dichas letras, en idioma árabe, son respectivamente 1, 3 y 4  en correspondencia estricta con los valores de las tres Letras Madres cabalísticas y pertenecen a una enseñanza oral dada por el profeta del Islam a sus discípulos. Ciertas organizaciones islámicas de constructores, en Turquía, han podido conservar hasta principios del siglo XX los vestigios de esta enseñanza.

Una de las formas verbales que se extraen de la raíz árabe formada por las letras A-L-M significa  “reunir” (lo disperso) lo cual es la equivalencia estricta de una sentencia iniciática propia de la Masonería occidental que fuera explicitada por René Guénon en un capítulo de la recopilación Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada (Buenos Aires, EUDEBA, 1969).

Siempre refiriéndose a estas tres letras, Ibn Abí Jomhur, en su obra Kitab al Mojlí (Libro del Mahdi), afirma que la sigla  A-L-M  (Alif-Lam-Mim) “es como el Libro (el Corán) que es el objeto de la Promesa que han repetido los Profetas”  y que Jesús ha reafirmado dicha promesa diciendo: “Nosotros os traemos el Tanzil (Revelación); en cuanto al Tawil (comprensión) es el Mahdi quien os lo traerá.” Esta sentencia, de reminiscencias sanjuanistas, recuerda que el Mahdi islámico cumple roles análogos al Paráclito del Cristianismo dado que la misión reveladora del Consolador corresponde a la manifestación de la totalidad del Gran Libro del Ser. Esta cuestión posee resonancias, lejanas en el tiempo, en las doctrinas de Fraternidades iniciáticas para-masónicas occidentales tales como el tema del Libro de la Vida de los Filósofos Desconocidos y el Gran Libro de la Naturaleza mencionado por los Rosa+Cruces.

En la tradición cabalística, el Todopoderoso, El-Shaddai, posee según los casos, o bien una vestimenta que lo envuelve o bien un vehículo que lo transporta a través de los distintos planos de existencia. Este vehículo o vestimenta de El-Shaddai es identificado con Metatrón, “el Angel del Rostro”, cuyo nombre tiene, como es de esperar, un valor numérico de 314.

Según la Ciencia de las Letras islámica, el nombre del profeta Muhammad, numéricamente desarrollado, posee también un valor de 314, al igual que El-Shaddai hebraico y  el ángel Metatrón el cual es considerado  como “la vestimenta de El-Shaddai”.

Evidentemente, existen analogías ciertas en el simbolismo y en ciertos procedimientos espirituales propios del Judaísmo, de la Masonería, del Cristianismo y del Islam basados en la utilización de alfabetos sagrados y en los respectivos valores numéricos de las letras aunque, en algunos casos, dichos valores puedan diferir un tanto.

5)                Metatrón como agente operativo de El-Shaddai:

La primera indagación a realizar gira, obviamente, en torno a esta figura del ángel Metatrón. Debe decirse que no siempre se lo designó con ese nombre y originalmente se lo denominaba “Yoel “o también “Yao-El “. Identificado con el arcángel Mikahail, poseía un rol central en la angelología hebraica y era el comandante de los ejércitos celestiales. Al respecto, René Guénon apuntaba que al Sello de Salomón, sobre el cual se halla inscripto el Nombre Divino de Shaddai, también se lo denomina Escudo de Mikahail. Así, en la tradición hebraica, Metatrón es considerado como la expresión del aspecto misericordioso de El-Shaddai y constituye su cuerpo o vestimenta. La “localización” esencial de Metatrón es  “el mundo de la formación” (Olam ha Yetsirah). Así, su cabeza toca  “el mundo de la creación” (Olam ha Beriah). Por esta causa, se lo designa también como  “el hombre de aquí abajo”, está dotado de un rostro humano y es la encarnación de la Shekinah (la presencia real de la Divinidad). Por estas cualidades es que puede instruír a los hombres – tal como lo hiciera con Moisés – y adoptar el rol de Maestro Espiritual  haciendo descender las influencias celestes en medio del trabajo operativo y encantatorio centrado en la invocación a El-Shaddai. Bajo su aspecto de adolescente celestial, se lo denomina también “el  bello joven” y cuando encarnó en Enoch se convirtió en Escanciador Celeste sirviendo el vino del Conocimiento (Gnosis) a los Patriarcas lo cual, en el simbolismo astrológico, lo pone en relación con el signo de Acuario y con Ganimedes. En la tradición abrahámica, el vino que fluye desde el Paraíso Terrenal, a través de las puertas celestes, alimenta las “fuentes sagradas” en alusión a las distintas tradiciones particulares. Como ejemplo, cabe citar que en el Ritual del grado de Maestro de Logia  de la Orden de Heredom de Kilwinning existe una referencia directa a las cuatro bebidas sagradas, entre las cuales figura obviamente el vino, que vivifican al mundo.

René Guénon dice que “Metatrón, el Angel del Rostro, es más que un ángel y está en relación con el centésimo grano del rosario islámico, llevando la multiplicidad a la unidad. Este grano se relaciona con el nombre de la Esencia y solo se encuentra en el Paraíso.” Siempre el mismo Guénon nos informa que a los cinco arkan (ángulos) manifestados en el mundo de los hombres les corresponden cinco arkan celestes los cuales son, respectivamente: Jibril, Rufail, Mikail, Israfil y er-Ruh; este último equivale a Metatrón y se encuentra en un plano superior a los cuatro restantes ocupando un “lugar”  por el cual se puede realizar  “la salida del Cosmos”. Por otra parte, este diseño de cuatro ángulos, determinando un cuadrado, más un punto central marcado en un plano superior es una plantilla sumamente apropiada para establecer el plano de un edificio. Los Masones operativos británicos llamaban a este diseño Diamond of the Masters (Diamante de los Maestros).

Remarcando el rol de instructor de los hombres propio del Angel del Rostro, el cabalista español Abraham Abulafia de Zaragoza afirmaba que el intelecto del buscador necesita de una doble transmisión luminosa: la de un iniciado en la Cábala y la de un Maestro Interior cuyo rol es indispensable y su nombre es Metatrón, vehículo de El-Shaddai.

Desde otra perspectiva de la tradición hebraica, Metatrón posee afinidades y correspondencias con Enoch y con Elías dado que, por ejemplo, Enoch, en cierto momento, se metamorfosea en Metatrón pero, por otra parte, sabemos que en San Juan el Bautista habita  “la virtud de Elías..."  A su vez, los cabalistas cristianos del Renacimiento, tales como Pico della Mirandola, el cardenal Egidio de Viterbo, Juan Reuchlin, Guillaume Postel, Blaise de la Vignere y otros, identificaban a Metatrón-Shaddai con el “intelecto agente”. Así, Reuchlin, en su libro De Arte Cabalistica, dice que  “el intelecto agente es la parte más alta del alma, que Aristóteles llama el Nous, que es la única de afuera de nosotros” , queriendo significar claramente que se trata de un elemento universal y no individual y del cual provienen las visiones proféticas y las cosas santas. Es el límite del mundo angélico a partir del cual se extiende el Primum Mobile  (designado con la letra hebraica Kaf) a partir del cual opera, por su inmediatez a partir de la Causa Primera, el propio El-Shaddai aunque lo haga por intermedio del Espíritu de la Vida que produce el movimiento comunicativo y que es designado como el ángel Metatrón. Aquí se puede recordar a Dante cuando afirma: “En este punto digo que el Espíritu de la Vida mora en la secretísima cámara del corazón..”  en discreta alusión a la morada “terrestre” de Metatrón como Maestro Interior del iniciado. Continúa Reuchlin: “Se lo llama Intelecto Agente del mundo sensible que abre, por medio de la penetración de las formas, la vía a todos los seres inferiores. Así, él influye, por virtud divina, en todo lo que es móvil. Las nueve esferas del mundo sensible son movidas por el Empíreo inmóvil comandado por Metatrón sin interrupción...”

Así, Metatrón, potencia angélica central, está ligado a la marcha del Universo por el Dios inmóvil y su función está estrechamente relacionada con el orden humano, razón por la cual puede ser instructor y Maestro Espiritual de los iniciados tal como lo afirmaban explícitamente los Masones Operativos de antaño.

En la tradición abrahámica, Melki-Tsedek ocupa el rol de jefe de la jerarquía iniciática y como tal es el Polo Terrestre y ostenta el título de “Rey del Mundo” cuyos atributos, el Cetro y el Orbe, figuran en las águilas imperiales heráldicas de los Supremos Consejos del Grado 33 apegados a la tradición. Ahora bien, el Polo Terrestre, símbolo central – además – dentro de la tradición islámica, no es sino el reflejo del Polo Celeste el cual se identifica con Metatrón quien, por su posición, es el autor de las manifestaciones divinas (teofanías) en el mundo sensible, las cuales descienden a lo largo del Axis Mundi  considerado como el vector que une todos los estados de la manifestación universal.

A pesar de la superioridad del Nombre Tetregramático (Jehovah) por sobre el Nombre del Todopoderoso (El-Shaddai), este último puede perfectamente conducir a los iniciados a las diferentes “estaciones” del Mundo de los Principios pues, según el Zohar (I,149,b), cuando el Todopoderoso dijo “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob y mi Nombre es El-Shaddai “  quiso significar que “contemplando la esencia de Dios, llamada El-Shaddai, se perciben todas las figuras celestes.”

Por todo lo expuesto, los Masones Operativos medievales, en su sentido superior y espiritual, consideraban que había existido una intervención directa de El-Shaddai-Metatrón en la constitución de las primeras logias y cofradías operativas judeo-cristianas descendientes de los constructores del Templo de Salomón.

No obstante, dado lo antedicho sobre el Dios Todopoderoso (El-Shaddai) y su “Instrumento angélico”  (Metatrón), queda planteada una cuestión fundamental sobre los orígenes de los gremios europeos de constructores: cómo una operación invocatoria hebraica ha podido pasar a la Masonería Operativa?  Si bien esta forma iniciática, en su origen, no es específicamente judaica es, sin embargo, abrahámica y aún  “noaquita ” si hemos de creer a los más antiguos manuscritos masónicos que han llegado a nuestros días tales como el “Regius” Manuscript (siglo XIV CIRCA). De esta manera, los Masones Operativos poseen símbolos que les son propios y que constituyen la estructura de sus enseñanzas y sus prácticas: números, Nombres Divinos, luces, trazados geométricos, Palabras Sagradas, etc. que aluden permanentemente a la presencia permanente del “huésped invisible”  en todos sus Trabajos, tal vez aludido discretamente en los títulos de “Muy Poderoso” o de  “Tres Veces Poderoso” que se aplica a ciertos dignatarios de la Masonería Escocesa.

Los métodos y técnicas de realización, tanto espirituales como materiales, empleados por los Masones Operativos responden a criterios doctrinarios comunes a todas las formas iniciáticas pero admiten adaptaciones formales para la naturaleza específica de cada una de ellas. Básicamente, todas ellas se construyen sobre la unión rítmica del Nombre Divino, del soplo respiratorio, de la entonación vocal y del número de repeticiones. Según la mentalidad tradicional y antigua, el Universo, tanto en sus aspectos Macrocósmicos como Microcósmicos, se mantenía unido y ordenado por la vibración, en un módulo rítmico y musical, proveniente de la Vibración Originaria (Bereshit, Fiat Lux). De esta manera, los griegos podían afirmar que el Universo es música (vibración). En la Masonería Operativa, por su parte, la conexión entre el rito operativo y la práctica del oficio justificaba la concordancia entre entre un número que calificaba al Nombre Divino del Gran Arquitecto del Universo con la proporción geométrica y pitagórica de los tres catetos de la Escuadra del Venerable Maestro  y con los tres cetros de los Tres Grandes Maestros del Arco Real reunidos en un triángulo rectángulo. El Nombre Divino del Gran Arquitecto del Universo, siendo el que invocaba Abraham, otorga un punto de conjunción de los monoteísmos judío, cristiano y musulmán. Así, en la antigua tradición judía existía el rito denominado “zakhar” (recuerdo), de carácter encantatorio, mientras que, en la tradición musulmana, existe análogamente el “dikhr” (recuerdo) de Alah. En los Salmos de David aparecen, numerosas veces, frases tales como: “Yo haré el recuerdo (zakhar) de Tu Nombre.” Como se ve, ambas palabras, hebrea y árabe, poseen la misma significación etimológica. Curiosamente, en el Evangelio, Zacarías (Zakhar-Iah), se vuelve mudo... quizá aludiendo discretamente al fin de una práctica ritual basada en la vocalización del Nombre Divino. En el Génesis se relata que los constructores de la Torre de Babel, tema recurrente en los Old Charges (antiguos manuscritos masónicos), “deseaban darse un Nombre para llegar al cielo” , pero la empresa fracasó porque el nombre invocado no era un Nombre Divino auténtico sino un nombre artificial creado por la ciencia de los hombres. Según esta ténica encantatoria, el Nombre Divino debe lanzarse hacia lo alto, para perforar al cielo: la invocación debe ser lanzada “hacia lo alto “ como la flecha de un arco. En hebreo la palabra “arco” se dice “kechet “  y su valor numérico es 100-300-400 lo cual está en relación con el 1-3-4 del  “Shaddai ”.

En el Cristianismo Ortodoxo, el Hesicasmo, como vía de realización espiritual, es denominado “Recuerdo del Nombre de Jesús” y su objetivo final es la  “Deificación” la cual podría compararse provechosamente con la llamada “Identidad Suprema” mencionada en el esoterismo islámico. Este “recuerdo”, común a las tradiciones abrahámicas, difiere de la plegaria pues no se trata de una súplica o una oración piadosa sino de una acción encantatoria que actualiza (realiza) la Presencia Real y viviente (Shekinah) de la Divinidad en el Eterno Presente, dando así por abolida la condición espacio-temporal.

En la Masonería Operativa, como tradición originariamente “noaquita” según sus propios documentos y posteriormente abrahámica, el Trabajo iniciático se realiza en presencia o bajo la dirección de Maestros Simbólicos habilitados a dicho efecto pero en ausencia  de un Maestro Espiritual  encarnado, al estilo de un Gurú hinduísta o un Sheik musulmán, que transmita la influencia espiritual en forma personal. La Shekinah es directamente la influencia espiritual que ocupa el rol del Maestro Espiritual en el Trabajo operativo de la Logia. Como señala reiteradamente René Guénon a lo largo de sus libros Apercus sur l’Initiation e Initiation et Réalisation Spirituelle  (Editions Traditionnelles, Paris, varias ediciones), el Trabajo iniciático colectivo se realiza “en el Nombre” y “dentro del Nombre” del Principio Espiritual que, en la Masonería Operativa, es el del Gran Arquitecto del Universo. Siempre según Guénon, la influencia espiritual de la Shekinah se manifiesta en la intersección  de las  “líneas de fuerza”  que van de uno a otro de los participantes como si su “descenso” fuese llamado directamente por la resultante colectiva que se produce en un punto determinado que le proporciona un soporte apropiado para su manifestación. De este modo, el Gran Arquitecto del Universo sería la Inteligencia Paraclética o sea un aspecto del  “Espíritu Santo”. En las otras tradiciones abrahámicas, la función de Gran Arquitecto del Universo también ha sido asimilada al primer intermediario divino, sea a Metatrón o a su aspecto femenino la Shekinah, en la tradición judía, o al arcángel Gibril (Gabriel) en la tradición islámica.

De este modo y coordinando todos los elementos enunciados, es posible inferir, con bastante certeza, cuáles eran las doctrinas y prácticas de la Masonería Operativa en su sentido superior que no era meramente la construcción de edificios materiales. Así, todo indica la existencia de una doctrina que planteaba la asociación ritual entre la entonación de la invocación a El-Shaddai, la intervención de Metatrón y la influencia de Enoch/Elías focalizando la naturaleza y la forma de la Presencia Espiritual (Shekinah) en el centro de los Trabajos operativos de la Logia. De este modo, la influencia espiritual se ejercería durante el rito llamado de la Cadena de Unión y dentro de ésta como resultante de la invocación operativa. De acuerdo a las doctrinas iniciáticas universales, esta manifestación se cumpliría, obviamente, de manera invisible y sin fenómenos sensoriales cada vez que “dos o tres se reúnan en su Nombre”  y eleven un “canto”   que forzosamente “asciende” , como la flecha lanzada hacia lo alto, por el canal “vertical” de los estados angélicos, de los virginales o de la Shekinah contenidos, desde toda la Eternidad, en el Verbo-Mesías. Desde este punto de vista, podría entenderse mejor la afirmación dantesca que el Reino de los Cielos se abre por medio de la “violencia”... y también la comparación etimológica realizada por Guénon acerca del parentesco entre la palabra “jaculatoria”, como oración activa y ascendente, y el verbo “ejaculare” como actividad fecundante y viril. Así, como potencia actuante en la influencia espiritual que desciende en los Trabajos operativos y los vivifica teúrgicamente, Metatrón depende esencial y sustancialmente del Nombre de su Maestro  “El-Shaddai”, el Gran Arquitecto del Universo.

Aclarando y reafirmando las doctrinas y prácticas esbozadas, el Rabbí Nathan, en su obra Aboth, XXI, dice explícitamente: “Pueda nuestra plegaria subir hasta el trono de la Shekinah, hasta su envoltura que tiene el nombre de Metatrón, hasta Ieshua, el Príncipe del Rostro.”  Los comentaristas judíos han debido esforzarse mucho para explicar esta sentencia cuya clave es que “Ieshua” (Jesús) encarnará Nombre de Metatrón, el envoltorio de la Shekinah... En el mismo sentido, el Rabbí Simeón afirmaba:  “Melki-Tsedek designa a Metatrón quien, transformándose en pan y en vino, se convierte en sacerdote del Dios Altísimo (El-Elion).”   Las anticipaciones referidas al sacerdocio cristiano, “según el orden de Melki-Tsedek”, y a la consagración eucarística son muy evidentes. Completando todo lo antedicho sobre la existencia de doctrinas y prácticas, reservadas a un pequeño número de iniciados, pero comunes a los tres monoteísmos abrahámicos ( incluída la iniciación de los constructores conocida en Occidente como Masonería), en la obra Actas de Juan, atribuída por Fotio de Constantinopla (fines del siglo IV) a Lucius Carinus, un discípulo de San Juan, Jesucristo es mostrado en el centro de una ronda formada por sus discípulos quienes, mientras giraban danzando y cantando, iban respondiendo, por turno, a preguntas que les formulaba el Maestro sobre su doctrina. La analogía con las llamadas  “rondas de Dikhr”  practicadas por los Sufíes es  significativa y esclarecedora. Sería posible y fructífero, entonces, considerar la transmisión y la supervivencia de doctrinas y prácticas comunes a formas tradicionales afines entre sí, como podrían ser, en este caso, Jesús y sus discípulos, las rondas de Dikhr de los Sufíes y el rito de la Cadena de Unión en las logias de Masones Operativos.

Concluyendo la exposición de los fundamentos doctrinarios de estas prácticas tradicionales, se podría afirmar que, según estas perspectivas, si bien al principio de toda búsqueda metafísica existe un esfuerzo mental y una acción de la razón, en tanto que instrumentos del conocimiento analítico, en ciertos hombres existe un impulso hacia el logro de un conocimiento superior, muchas veces calificado como el “verdadero conocimiento”, cuya obtención implicaría trascender los límites de la razón, no negándola sino superándola, en pos del conocimiento metafísico el cual implicaría la “identificación” directa entre el sujeto y el objeto, sueño éste que ha acompañado y ciertamente acompañará al hombre durante toda su existencia.



FIN



No hay comentarios:

Publicar un comentario