ORGANIZACIÓN
TRADICIONAL REGULAR
+Eques ab Aquila Coronata
S.P.R+C HRDM-KLWNNG
Este es un tema que
requiere de mucha atención, sobre todo porque en la medida que ha pasado el
tiempo, ha surgido toda una percepción estrecha y bastante equivocada de lo que
se supone es una estructura masónica “regular”. Por consecuencia, surge
inmediatamente la sospecha, que para que una iniciación masónica sea efectiva,
debe necesariamente estar vinculada a una de estas.
¿Pero, qué se entiende
por organización tradicional regular?
Ciertamente, aquella que
está vinculada a las prácticas y doctrinas de la Masonería Tradicional; y esta
masonería no es cualquiera, sino aquella primitiva que llamamos “masonería
operativa”. Posteriormente se le conoce como “masonería aceptada”, dado a que
se aceptó en sus logias la participación de algunas personas que no eran del
gremio de los constructores (clérigos, doctores, militares, etc); que sin
embargo, nunca constituyeron una mayoría en relación a los operativos. Este es
el concepto de Masonería Tradicional regular.
Luego y bastante más
tarde, a partir de 1717 con la unificación de algunas logias londinenses, fundan una novedosa estructura
que le llamaron Gran Logia, y pusieron por cabeza un Gran Maestro. Es lo que se
viene a conocer desde esa fecha en adelante y hasta ahora, como “masonería especulativa”,
dado a que lo único que las une a la filiación “operativa y aceptada” no es más
que una vinculación sentimental, no desconociendo que al interior de esta nueva
estructura participan algunos masones operativos, pero no como estructura, sino
en forma particular e individual. Este acontecimiento solo ocurre en Londres,
porque en otros lugares, la Tradición sigue trabajando, aunque en forma
reducida, pero ignorante del invento que se estaba gestando en aquella ciudad.
De esta moderna masonería
especulativa, surge una especial concepción sobre el significado de lo que
constituye la “regularidad”, la que es entendida de una forma muy especial:
1.- Este concepto, hasta
el día de hoy, lo entienden desde un punto de vista geo-político, es decir “jurisdiccional”,
“territorial”. Y en la medida que se van instalando en cada país, van otorgando
“cartas patentes”, las que surgen desde la Gran Logia o desde un Supremo
Consejo, según vaya avanzando la historia de la masonería. En estos países se
configuran Grandes Logias, con el permiso de la primera que se constituyó en
Inglaterra, y así se fueron propagando con el tiempo, con mutuos
reconocimientos entre unos y otros.
2.- En el caso de las
Logias, estas son consideradas “regulares” en la medida que cuentan con la
carta patente de la Gran Logia que
corresponde a esa determinada jurisdicción.
3.- Son considerados
“irregulares” quienes se han iniciado en alguna potencia masónica que no ha
firmado acuerdos o tratados con la primera Gran Logia o con quienes a su vez no
tengan acuerdos con ella. O sea, el reconocimiento a la condición de iniciado está
sujeto a una visión exclusivamente geopolítica, jurisdiccional y territorial.
Sin embargo, respondiendo
a nuestra pregunta, qué se entiende por organización tradicional – regular,
podemos aseverar que lo anterior está bastante lejano del concepto antiguo. Veamos:
1.- La masonería antigua
y aceptada, concibe la regularidad desde un aspecto absolutamente tradicional,
ya que coloca en manos de los iniciados dos aspectos fundamentales: el primero,
una “Doctrina” que es vertida en los antiguos manuscritos anteriores a 1717; y
segundo, porque junto a esta Doctrina, pone en sus manos, un “Método” de
realización espiritual, donde el aspecto “moral” de los símbolos no son la
finalidad, sino solo uno de sus aspectos.
2.- La masonería antigua y aceptada, establece que
el propósito de la iniciación no es otro que el proceso que lleva al hombre a
un “segundo nacimiento” o “regeneración”, dado a que debe conducirle a la
restauración del “estado primordial
original”. Por consiguiente, la regularidad no es el concepto de mutuos
reconocimientos entre potencias y pactos masónicos desde el plano de las
jurisdicciones territoriales, sino mas bien la garantía de que la Doctrina y el
Método son asegurados en la transmisión de esta.
3.- Sin embargo, no se puede transmitir más que
aquello que se posee; por consiguiente, si una organización definitivamente no es
depositaria de una influencia espiritual que transmitir, ciertamente no puede
comunicar nada a los individuos que se vinculan a ella.
4.- La regularidad Tradicional, se establece de
Logia a Logia, o sea, para que una Logia sea “regular” debe ser constituida por
otra Logia, que a su vez esté consagrada por otra más antigua; por tanto no
necesita de Grandes Logias, Supremos Consejos, etc., y menos aun cuando esta práctica
es muy anterior a la aparición de estos cuerpos colegiados modernos.
5.- Y en último caso, una Logia es “regular”, porque
en el momento de ser instalada por otra, le otorga los documentos, “brevet”, que
acreditan esta regularidad. En este caso, quienes son iniciados, cumpliendo
todos los puntos anteriores, pueden decir en propiedad, que han sido “regularmente”
iniciados.
Para quienes tengan algún conocimiento sobre
rituales masónicos comparados, decimos que aunque alguna vez se trate de alguna
organización auténticamente iniciática, los miembros de estas no tienen ni el
derecho, ni el poder de cambiar sus formas a su gusto, o de alterarlas en lo
que tienen de esencial. Por tanto, una organización iniciática no puede
incorporar a sus ritos elementos tomados de formas tradicionales diferentes de
aquella según la cual está constituida regularmente; tales elementos, cuya
adopción tendría un carácter completamente artificial, no representarían más
que simples fantasías redundantes, sin ninguna eficacia desde el punto de vista
iniciático. De allí que es capital comprender lo que tradicionalmente se
designa como la “cadena” iniciática, es decir, la sucesión que asegura de una
manera ininterrumpida la transmisión de una determinada filiación. La
constitución de las organizaciones iniciáticas regulares no está a disposición
de simples iniciativas individuales, porque es necesaria la presencia de algo
que no podría venir de los individuos, puesto que está más allá del dominio de
las posibilidades humanas.
Nada diremos de las organizaciones pseudo-iniciáticas,
neo-espiritualistas, o para-masónicas de invención moderna, ya que no tienen
absolutamente nada “real” que entregar, ni menos “transmitir”, ya que lo que
presentan no es más que una contrahechura, e incluso muy frecuentemente una
parodia o una caricatura de la iniciación. La “regularidad” debe ser entendida
en el sentido que quedan excluidas todas estas organizaciones, es decir, todas
aquellas que, cualesquiera que sean sus pretensiones y de cualquier apariencia
que se revistan, no son efectivamente depositarias de ninguna influencia
espiritual, y, en consecuencia, no pueden transmitir nada en realidad.
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