.: LA
MASONERÍA Y LA MUJER :.
segunda parte y final
Por Q:. H:. Merlin
Gran Maestro
para la Argentina
Como casi todas las cuestiones sin
solución aparente, la exclusión de la mujer de la Masonería es, en realidad,
una cuestión mal planteada. En efecto, la Masonería Especulativa moderna
- tributaria tanto del moralismo protestante como del pragmatismo anglo-sajón
-consideró una situación de facto (como era la ausencia de mujeres en las
Logias al momento de la constitución de la gran Logia de Londres en
1717) como si fuese un hecho de jure y generador de Derecho Masónico. Una
mera comprobación sociológica muestra que, en Europa, la construcción
había decrecido notablemente a consecuencias de las guerras de religión y
muchas Logias Operativas abatían Columnas o languidecían por falta de
trabajo mientras que el número de miembros decrecía ostensiblemente.
Por lo tanto la ausencia de mujeres - que ciertamente no eran numerosas en las
Logias - se debía a la baja en el empleo (que también afectaba a los
hombres) y no a una descalificación iniciática.
Desde el
plano tradicional, la cuestión admite diversos puntos de vista. Como es
sabido, en los orígenes del Ciclo existía una casta única (Hamsa) que
correspondía a la indiferenciación primitiva y que, en los finales del
Ciclo se debe repetir dicho estado de indiferenciación pero, musicalmente hablando,
una octava más abajo ...Repetidas veces, el Hno:. René Guénon señaló que
las organizaciones iniciáticas, por su propia naturaleza, deben
adaptar sus prácticas a las condiciones cambiantes e involutivas del
Ciclo dado que, al no poseer un carácter dogmático pero sí metafísico, deben
ser siempre fieles al espíritu que vivifica y no a la letra que
mata. Estas adaptaciones, como las realizadas por San Pablo al afirmar
que ya no hay gentil ni judío ni hombre ni mujer, en nada atacan la
ortodoxia tradicional sino que, por el contrario, aseguran la necesaria
manifestación de las últimas posibilidades espirituales de un Ciclo que se
cierra. Tal como afirma la tradición hindú, aquellos que al principio del Ciclo
dejen de cumplir un décimo del Dharma serán condenados y aquellos que al final
del Ciclo alcancen a cumplir un décimo del Dharma serán salvados.
Superabundantemente, dado
que las cualidades propias de cada género (genéricas), en el final del
Kali-Yuga, se encuentran cada vez más confundidas e invertidas, podría
pensarse que sería necesario ajustar el foco y considerar al individuo antes
que al género. De este modo, sería lícito preguntarse quién estaría,
entonces, mejor calificado para la iniciación masónica, si un hombre dedicado
al comercio, a la informática, al deporte o un burócrata o una mujer que
es arquitecta, ingeniero civil, pintora o escultora?
También, en el mismo orden de ideas, podría pensarse que la
exclusión de la mujer de la Masonería obedece a una cierta incompatibilidad de
naturaleza entre el género femenino y la iniciación de los constructores
pero, como hemos visto más arriba y en una nota anterior (CFR. La
Masonería y la Mujer), dicha exclusión se basa en una costumbre
moderna que se la perpetuó como si fuese una ley , en concordancia
con la mentalidad conservadora (tradicionalista en el peor sentido de la
palabra) típicamente inglesa contraviniendo las prácticas de la Masonería
Operativa medieval, tanto en el aspecto espiritual como en el material.
Está
documentalmente comprobado que la mujer realizaba trabajos
físicos
a la par que el hombre en la construcción de catedrales y castillos lo cual es
perfectamente concordante con la mentalidad antigua y medieval. Es evidente,
por lo tanto, que la Masonería Operativa no consideraba a la mujer como
descalificada para la iniciación, al menos en su sentido material.
Por otra parte, en
las organizaciones jerárquicas (y las órdenes iniciáticas lo son por
definición ) quien posee lo más también posee lo menos o sea que un general
podría oficiar como capitán pero nunca un capitán hacer de general, por
ejemplo. Del mismo modo, en la Masonería occidental, que es heredera del
antiguo Pitagorismo y de ciertas órdenes de caballería, no tiene sentido
excluir a la mujer de sus filas dado que ella era aceptada en dichas formas
iniciáticas superiores antes aludidas y de las cuales descendía. En efecto, en
la escuela de Crotona las mujeres eran admitidas en los secretos de la
Geometría (se recuerda suficientemente que la Masonería es Geometría?) y en las
iniciaciones caballerescas occidentales la mujer, debidamente calificada, tenía
la potestad de armar caballeros al igual que otro caballero o un obispo o un
abate mitrado. Esta potestad femenina de transmitir, bajo ciertas condiciones,
iniciaciones sacerdotales y caballerescas implica necesariamente la capacidad
de recibirlas también y está relacionada simbólicamente con la superioridad
meta física de las Tinieblas Superiores y la noche por sobre la Luz y el
día.
Uno de los
ejemplos tardíos más importantes de la Masonería Operativa, en su sentido
superior o espiritual, lo constituye sin duda la Orden de los
Caballeros-Masones Elegidos+Sacerdotes del Universo (Elus+Cohens) fundada por
Martines de Pasqually, en el siglo XVIII. Esta era una Orden perteneciente a la
Masonería Escocesa originaria, es decir, estuardista y jacobita. Sobre los
Grados Masónicos escoceses, Martines de Pasqually estableció una Teurgia
basada en una Gnosis Judeo-Católica orientada a las invocaciones angélicas y al
Cristo en Gloria según un complicado ritual y a una rigurosa ascesis. Es un
error común pero grave calificar de cabalista a Martines de
Pasqually pues nada en él ni en sus enseñanzas tiene trazas de dicha
doctrina esotérica judía. En cambio, Martines era claramente poseedor de una
Gnosis Judía y Católica de donde emanaban sus prácticas de Alta Teurgia. Pues
bien, en esta Orden de la Masonería Operativa Espiritual las mujeres eran
admitidas, no en gran número ciertamente, pero la condición femenina no impedía
su iniciación. Entre los casos registrados más conocidos figuran, por ejemplo,
la hermana del Reau+Croix Jean-Baptiste Willermoz, la princesa de Luzignan, la
marquesa de La Croix y Madame de la Valliere.
De este
modo, queda comprobado que la exclusión de la mujer de la Masonería se
fundamenta en una situación de hecho y no en una cuestión de doctrina
iniciática. Por otra parte, los epígonos de la Masonería Moderna, o sea el
pastor Anderson y sus secuaces, distaban mucho de poseer las cualificaciones
iniciáticas necesarias para tomar alguna decisión que no fuese errada por
definición. Pues, según fuentes Operativas contemporáneas a ellos, existían
fuertes resistencias a considerar a Anderson como iniciado masón pues solo
había recibido la consagración como Brother of Jakim o sea Capellán de una
Logia Operativa.
Existe, eso sí, la absoluta
seguridad que no era Maestro Masón o sea que no había recibido el 7mo.
Grado Operativo. Debemos recordar que el 3er. Grado de los Operativos no era
sino uno de los tres Grados de Compañero (Super Fellow of the Mark) que poseía el sistema de la
Worshipful Society of Free-Masons, Rough Masons, Wallers, Slaters,
Paviours, Plaisterers and Bricklayers.
En definitiva, la
exclusión de la mujer de la Masonería no es más que una costumbre moderna
(ajena a todo criterio auténticamente transmisional) elevada al rango de ley
por la mentalidad pragmática y conservadora de los ingleses.
Así,
cae la máscara tradicionalista de la regularidad masónica moderna la cual
no se fundamenta en la sana doctrina iniciática sino en un criterio totalmente
exterior y frívolo que prefiere los business del Gentlemens Club (al
cual, según la costumbre, no concurren las mujeres ... ) a la realización
espiritual de una verdadera Orden Tradicional.
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